Yes I M

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Para Mario Gutiérrez Brun lo importante no es ganar, sino participar. Como si se tratase del protagonista de “El caminante” de Jiro Taniguchi, este joven barcelonés se toma su carrera, su música y quién sabe si su vida a una velocidad constante, sin acelerones, con el ritmo que le marcan las pulsaciones de sus canciones y de su corazón.

Quizás ya corriese y saltase demasiado en sus años de juventud, cuando militaba en una formación de punk pop que hacía de la excitación hormonal su bandera, pero aquello queda atrás, muy atrás. Más en la memoria que en el tiempo. Incluso cuando compartió proyecto con otro barcelonés, Joan Sala (Nighty Max), se tomaron las cosas con calma, sin precipitarse y sin intentar trepar a las cumbres de la popularidad fácil y, por tanto, efímera. Juntos publicaron muchas canciones, en maqueta primero y luego en el mini-álbum “Barcelona” (Mushroom Pillow), pero Mario era solamente una parte de aquella aventura que tan buenos momentos nos hizo pasar. Pero la aventura que, en realidad, más le apetecía vivir a nuestro protagonista era aquella que mueve desde el principio de los tiempos a la creación musical: encontrar su propia personalidad empuñando una guitarra y dejando fluir sus ideas desde la sinceridad y al calor de la intimidad de el espacio que mejor conoce, su dormitorio.

El resultado es el disco que tenemos entre mano, “Vietnam”, una obra de indietrónica de dormitorio y, al mismo tiempo, un disco de folk de ascendencia emo, tanto da. Lo importante es que reúne un puñado de canciones íntimistas que hablan de la vida, de sus recovecos, de la calidez de los inviernos, de la calidez de los fines de año, de la calidez del mundo en el que vivimos, sin imposturas, sin falsos optimismos, pero con humanidad, por muy extraño que eso les suene.

Sí, lo siento, no les estoy hablando demasiado de música, les entiendo, aunque entiéndanme también a mí. Siempre será más sencillo hablar de cómo suena un disco que intentar reflejar a qué suena un disco. Y en ello llevo un tiempo sumergido. Porque entiendo que “Vietnam” no son solamente un puñado de canciones escritas grabadas en un MacBook, entre instrumentos virtuales y guitarras acústicas. “Vietnam” es el diario de ruta y del día a día de un joven que sigue a la búsqueda de su lugar en el mundo, aunque por el trayecto pueda tender la vista a sus estrellas polares particulares (podríamos citar referentes, desde Ben Gibbard a Chad VanGaalen, desde Kings Of Convenience a Casiotone For The Painfully Alone) para saber hacia qué dirección dirigirse. Y mientras en ello esté nosotros nos iremos sumergiendo poco a poco en canciones como “The North Of Sound”, “Winter” o la preciosa “Mama Soul”.